viernes, 15 de mayo de 2009

LECTURA ON LINE




ARMANDO TEJADA GOMEZde la Obra " Dios era el olvido "- Tonada de la Calle Larga(Publicado en 1979)
Tonada de la calle larga . Con mucho, la Calle Larga, era la más vieja calle de esa añosa provincianía que había empezado cuatrocientos años atrás, en las tierras del Cuyunque, que en la desaparecida lengua Huarpe quería decir lo contrario de lo que vino a ser: arenal, país o lugar de los arenales, tierra árida, vasto desierto que debió testimoniar don Charles Darwin describiendo con los ojos ardiendo el colosal viento zonda, ese incendio de polvo que lo hostigó cuando anduvo por aquí, tanto, como para que su recuerdo esté escrito al pie de la cruz del Paramillo, a la entrada sobrecogedora de la Quebrada del Toro, bajando de Uspallata con el silencio encima. Cuyum, sonando a tambor áfono o trutruca y que por formación o deformación del uso, ha terminado siendo la palabra: Cuyo, un inmenso valle hecho a mano en medio del medanal de medanales, gracias al aprovechamiento de las aguas del deshielo cordillerano por los indios Huarpes señores que fueron de aquí, ingenieros desnudos que aprovechando una grieta volcánica construyeron el canal legendario, ahora llamado Canal-Zanjón Guaymallén y bifurcaron los cauces, fundando, cientos de años antes de la llegada de los Conquistadores desde la Capitanía General de Chile, la civilización del riego, donde creció el maíz y parpadeó, siglo tras siglo, el ojo azul rocío de la flor de la papa.Pero la Calle Larga nació, debió haber nacido, con la conquista, como la Plaza de Armas y toda esa nomenclatura desarrapada que muestra el viejo mapa del primer emplazamiento de la ciudad capital por Don Pedro del Castillo, Capitán de sus muy reverendísimas Majestades Católicas que, al mando de sesenta familias encomenderas, vino de la capitanía General a consolidar el poder de algunas de las facciones políticas que pululaban en las trapacerías coloniales, lejos de Dios y a un tiro de arcabuz de esta plaza como dice el Acta de Fundación, pero muy cerca de los apetitos terrenales. Pues que la primera fundación se secó al sol, entonces más infernal que cualquier otro verano, por lo que debió acudir, años después, a la Segunda Fundación, otro Capitán, Don Juan de Jufré y le dio, al fin sometiendo a los Huarpes, el hombre que lleva: Mendoza. No por el primer Adelantado del Río de la Plata, don Pedro, sino por Hurtado de Mendoza, a la sazón Capitán General de Chile. Ahí nació, debe haber nacido, la calle, ya que en el antiguo Cuyum no había calles ni límite alguno, porque la tierra, la sembrada y la yerma, era de todos, pues entonces la única propiedad que existía -si acaso hubieran tenido noción de ella- era la vida, y todo se repartía, según se sabe por dichos y consejas, en puñados iguales. Desde los Capitanes, la calle está ahí y no hace aún cien años la trajinaban las caretas que venían del Este trayendo vidas y milagros del mítico y lejanísimo Río de la Plata, desde donde traían los embelecos relucientes con destino a las familias pudientes de los primeros encomenderos y de vez en vez, a algún Corregidor de la Real Audiencia con órdenes precisas que todos olvidaban puntualmente en medio de los vientos de agosto o los solazos del verano que, ya entonces, daban la impresión de no irse nunca como que recién se pone a las nueve y media, pasado meridiano y el crepúsculo no es otra cosa que un bostezo de la luz y la sombra, pero borracho de color. La entera historia de lo que es -y no es- el país, pasó por esa calle, desde los aleluyas de la Emancipación de la Corona hasta las Intervenciones Federales de la República, periódicas, precisas, puntuales, crónicas, de ayer nomás. Por esa calle entró el Tropero Sosa, habiendo hecho el camino desde Buenos Aires con su tropa en 23 jornadas, trayendo al Cuyum el grito de Mayo, el día en el que enloquecieron las campanas y los criollos salieron a abrazarse en medio de la Plaza.
1929 - 21 de abril. Nace en Mendoza, a orillas del zanjón Guaymallén. Hijo de Lucas Tejada, tropero (llevaba ganado de Mendoza a San Juan y Chile, a través de la cordillera), y de Florencia Gómez, casada a los 14 años. Hijo anteúltimo de 24 hermanos. Canillita, lustrador de zapatos, luego obrero de la construcción. A la muerte de su padre, con cuatro años, vive algunos meses en el campo, con su tía Fidela Pavón, quien le enseña las primeras letras en un breviario. Es esa la única instrucción que recibió. A los quince años adquiere un Martín Fierro y a partir de allí comienza a leer fervorosamente toda clase de lecturas, instruyéndose por su cuenta. Comienza a despertarse su inquietud social, participando de jornadas de protesta, luchas obreras y políticas al mismo tiempo que comienza a expresarse a través de su poesía.1950 - Ingresa a la Radiotelefonía en LV.10 Radio de Cuyo, como locutor profesional. Comienza su tarea autoral junto a Oscar Matus, su comprovinciano.